domingo, 1 de marzo de 2015

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La cuestión no es nueva ni específica de estos tiempos. En la antigua Grecia fue una preocupación constante. Posteriormente, en la medida que irrumpía un demos cada vez más amplio, y se reelaboraba el equilibrio individuo-sociedad, el conflicto entre la libertad y la igualdad, la pluralidad con la unidad, o el derecho de la mayoría con el derecho de la minoría se hizo recurrente.

Los liberales empiezan con la institucionalización jurídica de iguales libertades y entienden éstas como derechos subjetivos. Para ellos los derechos del hombre gozan de primacía normativa sobre la democracia, y la división constitucional de poderes goza de primacía sobre la voluntad del legislador democrático. Los abogados del igualitarismo entienden, por otro lado, la práctica colectiva de los sujetos iguales y libres como formación soberana de la voluntad común. Entienden los derechos humanos como manifestación de la voluntad popular soberana. Y la Constitución que establece la división de poderes nace de la voluntad ilustrada del legislador democrático.

Para Rousseau, autor de las postrimerías de la época moderna, uno de los temas centrales estriba en establecer los fundamentos de la legitimidad de toda sociedad. Es allí donde se inscribe

Prpueba

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